La ley del sólo sí es sí.

01/03/2023
  • manifestación feminista

Lo siento, pero debemos repetir temática. Y es que hace tiempo que las feministas no podemos descansar, de hecho, siglos. Nos congratulamos y saltábamos de alegría cuando se aprobó la Ley sobre la Libertad Sexual  el pasado agosto. La alegría nos duró poco cuando nos dimos cuenta de que con esta nueva Ley, un goteo incesable de delincuentes sexuales veían sus penas rebajadas y muchos salían de prisión. En ese momento no entendí nada y me vinieron a la cabeza grandes preguntas, seguramente las que mucha más gente se hace. ¿Cómo puede que esta Ley baje las penas? En todo caso, ¿no debería haberse aprovechado la misma Ley para aumentar considerablemente estas penas? ¿Nadie avisó, ningún técnico, ningún letrado, ninguna persona que sepa leer, de lo que pasaría?

Se ve que el mundo de las Leyes es muy complicado, pero todavía nadie me ha sabido explicar cómo se ha podido cometer esta chapuza. ¡Ya lo tienen esto las chapuzas! Pero la nueva Ley, en sí misma, no es mala. La mayor aportación es que deja atrás el concepto de abuso sexual y considera que cualquier acto contra la libertad sexual (con o sin violencia) es directamente una agresión. ¡Y decidme  mujeres que me leéis! ¿No os incomoda a veces, por ejemplo, una mano no pedida sobre tu hombro en un gesto que pretende ser amistoso? Dejadme que os diga que a mí, personalmente, me molestan incluso los dos besos que deben darse sí o sí a cualquier macho que se detenga a saludarte mientras que si fueras un hombre, te saludaría con un apretón de manos. Yo quiero elegir a quien doy dos besos cuando saludo a alguien.

Pero, ¡ay! La chapuza debía arreglarse y los dos partidos del gobierno no se ponen de acuerdo sobre cómo hacerlo. Parece ser que hay muchos matices, me pregunto cuáles, no es tan fácil, dicen... No lo entiendo, ¿qué cuesta cambiar un par de números, en este caso referido al número de años de las diferentes penas? ¡No hace falta tocar nada más! Pero los señores y señoras del PSOE no lo ven así y se han cansado de esperar a que Montero baje del burro (dice que no lo hará) y proponen poner la directa, sin Unidas Podemos. Y claro, como necesitarán otros partidos para aprobar la reforma, tendrán que volver la cabeza y mirar hacia otro lado. ¡A ver so se van a contracturar el cuello!

Y resulta que  los socialistas nos salen ahora con una reforma que va más allá del cambio del número de años de condena y vuelven a lo que teníamos antes. Es lo que no se cansa de decir insistentemente la ministra Irene Montero: se vuelve al código penal de la manada. Seguro que lo habéis oído, ¿verdad? ¿Pero es así? Analícémoslo. Voy a intentar simplificarlo.

En primer lugar, cabe decir que no se produce un cambio de nombre, lo que antes era “abuso” y que la Ley cambiaba a “agresión” sigue siendo “agresión”. ¡Hasta aquí vamos bien!

Pero, ya estamos con los "peros", se propone una nueva clasificación de agresión y lo dividimos en dos partes:

  • Agresión con violencia o intimidación.
  • Agresión sin violencia o intimidación.

O sea, que volvemos a la misma clasificación que antes de la Ley, pero le vamos a dejar el nombre que querían los de Podemos ver si así se calman... Lo que antes era “abuso” ahora es “agresión sin violencia o intimidación”. Es aquello de que el nombre no hace la cosa. Vale, sí, ¡es negro! Pero si quieres que lo llamemos blanco, lo llamaremos blanco. ¡Y se quedan tan anchos! ¿Y cómo queda todo esto del consentimiento? Esto es lo que se pone en peligro en esta reforma, a pesar de los esfuerzos en afirmar lo contrario por parte de los socialistas.

Pero a ver, no es un oxímoron o una incongruencia en sí mismo esto de la “agresión sin violencia o intimidación”. Si existe una agresión, siempre, siempre, siempre hay violencia o intimidación. Si no, ya no es agresión: es consentimiento. La diferencia es, si esa violencia deja rastro o no en el cuerpo de la víctima. O sea que si te violan a punta de pistola, no tendrás ninguna marca en el cuerpo, por tanto, serás clasificada como víctima de agresión sin violencia. Y en este punto es donde chirría todo.

Con la agresión sin violencia o intimidación será la víctima la que deberá demostrar que no dio consentimiento. Pero ¿Cómo? No lo sé, pero sí está claro que el foco, en un juicio, volverá a estar centrado en la víctima y en cómo se ha resistido. Si no hay marcas evidentes, heridas por decirlo claro, se pondrá en duda si hubo o no consentimiento.

De todos modos, déjeme que les diga, que pese a la chapuza inicial, hay que reconocer la valentía de la ministra Irene Montero en sus políticas y su perseverancia en la lucha feminista desde el mismo gobierno. Defiende con fuerza sus posicionamientos y los de su grupo político y con mucha convicción. Es de admirar el temple, la actitud y la determinación de Montero. Merece todo mi respeto y admiración.