No la conocía, nunca había oído hablar de ella, pero cuando el presentador del programa "Més 324" de TV3 anunció su entrevista tuve curiosidad. A priori era una joven poetisa y activista que ya había ganado un premio literario. Estas cosas siempre me impresionan.
Seguramente habéis oído hablar de esta entrevista en las últimas semanas. De hecho, hace ya días de la actuación estelar de Juana Dolores en este programa, pero todavía le estoy dando vueltas, porque no acabo de discernir qué pasó. Os pongo en antecedentes, que ya hace unos días que pasó todo. El primer lunes después de las elecciones municipales, supongo que con la idea de hablar de otras cosas, el programa invitó a la poetisa para hablar de su nuevo libro “Réquiem català. I si una nació desfilant per una catifa vermella”. En vez de centrarse en hablar de su libro, hizo lo que podríamos llamar un Umbral a la inversa. Sí, ya sabéis, hablemos de Paco Umbral, que hizo famosa la frase “He venido a hablar de mi libro”, en un programa de televisión al que fue invitado con esa intención y que por poco, se queda en eso, una intención. Juana, muy abalanzada ella, dijo que no era importante su libro, sinó lo ocurrido en Barcelona, en referencia a la victoria de Trias. No dejó pasar la primera oportunidad que tuvo para mostrar su indignación afirmando que poco importaba su obra en esas circunstancias.
Así continuó la entrevista, llena de improperios, deseos cósmicos letales y una apasionada queja sobre unos medios de comunicación que, según ella, no realizan su trabajo, centrándose concretamente en la televisión pública catalana y en las corbatas de sus presentadores como símbolo de un determinado estatus social que ella odia. ¿Demagogia? Puede ser...
Me quedé enganchada a la pantalla totalmente asombrada y sufriendo por el pobre presentador que era evidente que estaba pasando un mal trago. Sin embargo, salió bien y éste aún se permitió el lujo de lidiar con ironía los ataques furibundos de su invitada. La primera impresión, la más fácil, la más tópica y típica que tuve fue pensar que esa chica era una impresentable, una maleducada y que todo aquello lo hacía, precisamente, para vender más libros. Pensé que era una puesta en escena de un guion totalmente preparado para ponerse en boca de todos, para llamar la atención. Como estrategia de marketing, le funcionó. Una semana después, su editorial, Edicions Poncanes, estaba trabajando en la segunda edición.
Al día siguiente y los que siguieron no podía quitarme de mi cabeza aquella chica de mirada intensa y desafiante, aquella verborrea, aquel discurso tan bien engendrado y sobre todo preguntándome por el porqué de aquella puesta en escena. La investigué con la ayuda del siempre dispuesto señor Google y he intentado comprender el origen de su rabia. Sería demagógico afirmar que esta chica, hija de inmigrantes andaluces y cuya madre se gana la vida como mujer de la limpieza, lleva de serie rabia y frustración convenientemente incrementada durante años. Algunos se han atrevido a hacer esta afirmación, pero rebato este argumento constatando que en Catalunya hay un montón de personas con este perfil. Tiene que haber algo más, pero no estoy en su cabeza para entenderlo.
Es evidente que sus quejas, en parte, están fundamentadas, sobre todo cuando habla de la televisión pública catalana, pero no desarrolló suficientemente sus argumentos. Simplemente, se dedicó a insultar a diestro y siniestro y a proferir calificativos poco justificados. Yo misma no comparto que hagan tantos programas de cocinas y tan pocos de libros. Pero, a Juana le puedo perdonar las formas, todo el mundo es libre de expresarse como más le plazca, pero echo de menos los hechos, los argumentos, las evidencias de sus afirmaciones. El presentador probó, en vano, tirar de este hilo, pero la chica, obcecada, no aprovechó la oportunidad.
Tiendo a pensar, en general, que los buenos poetas son personas con un mundo interior rico y complejo, que son capaces de hacer aflorar con palabras y construcciones bellas los sentimientos que a todos, alguna vez, nos consumen o nos deleitan. Les tengo gran admiración y una sana envidia, yo soy incapaz, de momento, de hacer poesía. Y Juana no me ha decepcionado en ese aspecto. No he comprado su libro, pero he podido leer algo suyo y de verdad que me ha gustado su inconformismo florido.
Me quedo con la idea de que me es muy grato constatar que hay gente joven a la que les hierve la sangre y desearía que hubiera más. De ellos depende su propio futuro y a menudo pienso que aprovechan poco los altavoces a su disposición (redes sociales) para hacer evidentes sus reivindicaciones, si las tienen. Parece, talmente, que aprovechen estas redes para hacer promociones personales totalmente banales y vacías de contenido. Ya lo sabemos: mucho músculo y cara bonita, pero poca neurona. Pero como ocurre a menudo, no se puede generalizar. Solo espero, que si tiene que servir de algo la aparición de la ya estrella mediática Juana Dolores, sea para espolear a más gente de su generación a decir sin tapujos lo que les preocupa, pero eso sí: que se carguen de argumentos.