ELECCIONES AL PARLAMENT

01/04/2024
Carme Ferrando i Callís

El mes de marzo nos ha sorprendido con la inesperada convocatoria de elecciones al Parlament de Catalunya. Pere Aragonès había insistido en varias ocasiones que su mandato llegaría hasta el final, a principios de dos mil veinticinco. Pero evidentemente, el futuro es tan previsible como el pronóstico del tiempo a largo plazo. La incapacidad del Gobierno para tejer alianzas para la aprobación de los presupuestos lo ha echado todo por tierra. Y es que no se puede gobernar sin unos presupuestos, los mejores de la historia, según el partido del gobierno. Pero parece que la culpa es de los comunes por poner condiciones inasumibles. Pedir detener el Hard Rock es una quimera y lo saben. No se puede pedir a un gobierno que se salte la ley tan alegremente, aunque podamos estar de acuerdo en que este proyecto es una aberración en todos los sentidos.
Nos espera una campaña electoral que todos deseamos que sea limpia y justa, aunque, como en toda competición, seguramente habrá algunos trucos sucios y algunas jugadas por debajo la mesa. Esperemos que los candidatos sean lo suficientemente inteligentes como para darse cuenta de que el ataque frontal, las descalificaciones y los reproches no hacen más que hacerles perder puntos a ojos de los electores. Pero, como en cualquier buen espectáculo, es posible que algunos se conviertan en expertos malabaristas de la retórica y la manipulación. Y seguramente también de las mentiras.

¿Qué resultados nos esperan? A menudo es complicado hacer caso de los datos que nos ofrecen las estadísticas, aunque está claro que habrá que pactar. Si analizamos los posibles resultados por bloques o por familias naturales, la evidencia es que, por ejemplo, las derechas y las ultraderechas no tienen nada que hacer, por suerte. En ningún caso sumarían lo suficiente.
Nos quedan los bloques independentista y el de izquierdas. Es posible que tanto unos como otros sumen lo suficiente para formar gobierno. El problema radica en el hecho de que en ambos bloques está ERC, que arrastra el lastre de haberse enfrentado abiertamente hace pocos días con los comunes por el tema de los presupuestos, como mencionaba antes. También tiene cuentas pendientes con Junts, con quien formó gobierno en esta legislatura, pero que posteriormente dinamitaron. Pero de eso ya hace tiempo y quizás ahora ni unos ni otros lo recuerdan. Las recientes imágenes de los grupos parlamentarios de los dos partidos en el Congreso de los Diputados, en el momento de aprobarse la Ley de Amnistía, dejan entrever un poco de esperanza.
También está la posibilidad de que ERC sume lo suficiente con el PSC. Y no sería nada extraño que si esa suma llegara a sesenta y ocho, viéramos un gobierno bicéfalo.
En todo caso, el espectáculo está servido; ¡hagan palomitas! Y no os olvidéis de Sant Jordi. Mi recomendación es que compréis libros de autores locales.