El Govern de Catalunya nos ha sorprendido anunciando un "Acuerdo de Claridad" para solucionar de una vez por todas el tema de la independencia. ¡Ya está! ¡En pocas palabras! ¿Cómo no se nos había ocurrido antes? Tanto tiempo haciendo cosas (recuerde: “los catalanes hacen cosas”, que decía aquel…) y ¡no habíamos pensado en un acuerdo de claridad! Pero, ¿qué es un acuerdo, o un pacto de claridad? Se ve, que el presidente Aragonés se inspira en una propuesta que llevó a cabo el gobierno de Canadá ya hace años con el fin de sentar unas bases por si algún día, alguno de sus territorios quería independizarse, claramente pensando en el Québec. Y aquí, en nuestro país, nos gusta mucho estar pendiente de lo que hacen los demás; siempre miramos hacia arriba, con envidia y admiración refiriéndonos a Quebec ya Escocia. Como si tuvieran la clave del misterio del santo grial y nosotros tuviéramos que aprender de los hermanos mayores. Pero a ver si mostramos algo de dignidad y empezamos a tener en cuenta que lo que nosotros hicimos en el 2017 quizás empieza a ser un espejo para estos otros, a pesar de que no tuvo éxito.
Lo que no ha tenido en cuenta el gobierno, o quizás sí, es que aquel Pacto de Claridad que se hizo en Canadá no tuvo el visto bueno del gobierno de Quebec. No entraremos en ello, sería demasiado largo, pero sí hay que tener en cuenta que si el territorio que se quiere separar no está de acuerdo con lo que les proponen “los de arriba” es que, el acuerdo, no será bueno. Así pues, ¿por qué el presidente Aragonés se empeña en copiar una vía que NO inició Quebec, sino el gobierno de Canadá, ¿la parte contraria podríamos llamarla? Se me ocurren muchas cosas y empiezo a ser malpensada. ¿Quizá cree que Pedro Sánchez lo encontrará más adecuado? ¿O quizás es que los dos ya lo han pactado así? ¡Hagan sus hipótesis!
Pero centrémonos en lo que ocurre en nuestra casa. Empecemos indicando que nuestro presidente, en rueda de prensa, anuncia, como quien no quiere la cosa, el citado Acuerdo. Así, sin dar demasiadas explicaciones, comunicando sólo una intención y dando poca información. Será que hay prisa por aquello de que vienen unas elecciones y no ha habido tiempo suficiente para presentar una propuesta más elaborada. Y lo hace, así, a toda prisa. Lo anuncia tras llevar el tema al Parlamento y que todos los partidos le tumbaran la propuesta. Todos votaron en contra, excepto Junts que se abstuvo. El motivo para no apoyarlo por parte de Junts y la CUP puede resumirse en que creen que no sólo eso no servirá para nada, sino que también piensan que la medida es claramente precipitada y electoralista. Sin embargo, Junts manifiesta que asistirá a todas las reuniones convocadas en este marco, en caso de que salga adelante.
En cualquier caso, se nos anuncia que se creará un Consejo Académico formado por expertos, para tratar la cuestión y se iniciará un debate estructurado en varios niveles: Una mesa de partidos, el debate con entidades y ocho debates ciudadanos. ¿Y cuál es el propósito? Al parecer, sentar las bases para conseguir celebrar un referéndum, con una pregunta clara sobre si queremos estar en España o no. Al oírlo he retrocedido en el tiempo hasta el 2017. ¿Pero no lo habíamos hecho ya esto? ¿Estamos en el día de la marmota? El espejo me hace tener los pies en el suelo y me dice: no, niña, estamos en el 2023.
El caso es que la intención es que después de los diferentes debates habrá que llegar a un Acuerdo, que se llevará a los "espacios de negociación abiertos con el gobierno del estado" (palabras textuales). Todo ello durará un montón de meses para volver a repetir lo que ya hicimos hace casi seis años y llegar a las mismas conclusiones: que sí, que hay que hacer un referéndum con una pregunta clara. Lo de ahora es aquello de ir mareando la perdiz para no llegar a ninguna parte.
¡Pero a lo mejor sí que llegaremos! Este proceso puede durar tantos meses que lo más seguro es que cuando esto acabe, en España gobiernen otros que tengan tan buena disposición para escuchar por enésima vez el clamor de los catalanes como los que hay ahora. Sabemos perfectamente, que ningún gobierno posible de España, con las actuales fuerzas que se van alternando, NUNCA permitirá que se celebre un referéndum de independencia y mucho menos que éste sea vinculante. Nunca, salvo que llegue algún día en el que alguna instancia superior les obligue, sin embargo, también costará. Pero no olvidemos que quienes pueden volver a ocupar la Moncloa pueden muy bien ser los del “a por ellos”, posiblemente acompañados por un partido que claramente es inconstitucional. ¡Y volveremos a probar el jarabe de estopa!
Mientras tanto ya veo al presidente Aragonés llevando a Moncloa su pacto, tan satisfecho. También me imagino la reacción del presidente español de turno. Directamente se meará encima.